Redacción: Miriam Méndez
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Beret demuestra su Resiliencia en el Wizink Center de Madrid
Que nada va a cambiar / Que tienes que hacer lo que debes por necesidad/ A pesar de que lo que quieres se va / Que has pasado media vida buscando tu otra mitad / Para pasar la otra media intentándola olvidar (Diez mil porqués, 2016)
Es imposible contar con los dedos de las manos todas las veces que he escuchado esta canción, entre muchas otras. Probablemente, haya sido la banda sonora de todos mis veranos, desde que cumplí 16 años. Durante ocho años, Beret ha logrado estar presente en todas las etapas de mi vida. Su música ha sido una constante, un refugio seguro en momentos de confusión y un acompañante en los días de alegría. A través de sus canciones, he aprendido a entender mejor mis emociones, a aceptar las despedidas y a valorar los encuentros.
Hablo del alter ego de Francisco Javier. Diría que es casi el mismo, pero con una vulnerabilidad más palpable, una voz que transmite emociones crudas y sin filtrar. En el escenario, esa inseguridad se transforma en una honestidad arrolladora, que conecta con el público de forma única.
Se trata de un artista español que ha revolucionado el panorama musical con un estilo único y una honorable capacidad para fusionar géneros. Con su distintiva voz rasgada y emotiva, Beret trae una honestidad cruda a sus letras, donde aborda temas universales como el amor, la pérdida, y la introspección personal.
Precisamente, fueron estos los ejes principales de las más de veinte canciones que el artista sevillano cantó en la noche del viernes 24 de noviembre en el Wizink Center de Madrid, frente a nada más y nada menos que 6.000 personas.
Una noche de Superhéroes
Algo de nervios al principio. El Wizink Center, todavía en oscuridad, comenzó a escuchar los primeros solos de guitarra y el primer sonido de teclado. Incluso, entre los ligeros aromas musicales, era posible percibir pinceladas de lo que podrían ser ritmos de batería. Acto seguido, el ambiente se llenó de luces y el cantante apareció encima del escenario, vestido de negro, con unas llamativas gafas de sol a juego, dispuesto a regalar a su público una de las mejores noches de sus vidas.
Beret dio rienda suelta a todo su arsenal sonoro, con Te echo de menos como primer petardazo, toda una declaración de intenciones de lo que significa la propuesta del artista. Posteriormente, el sevillano navegó durante hora y media entre sus cuatro proyectos discográficos.
Desde Inéditos (2016), pasando por Ápices (2017) y Prisma (2019), hasta Resiliencia (2022), su último lanzamiento, Beret emocionó a los allí presentes con sus letras, su música y su innegable carisma.
¿Entre las principales joyas de la noche? Dime quien ama de verdad, Si por fuera, Me llama, Ojalá, Cóseme o Te estás olvidando de mí. Tampoco faltaron colaboraciones con Melendi, en Desde Cero, Morat, en Porfa no te vayas, Pablo Alborán con Sueño o Estopa con Diablo.
Además, la noche contó con la presencia de tres invitados sorpresa.
Con Enol y Marmi encima del escenario, Beret transportó a los asistentes a Santorini, creando sobre el Palacio de los Deportes un ambiente veraniego que continuó en Hamaca junto a Lérica.
Sin embargo, entre todas las colaboraciones que el cantante había preparado, destacó Superhéroes, himno donde Beret y el artista italiano Mr Rain narran cómo las parejas son "superhéroes" que pueden salvarse sus vidas juntos.
Este tema habla sobre la importancia de ser honesto con uno mismo, de admitir la propia fragilidad y de la vitalidad de pedir ayuda cuando estás mal. Sin duda, una nueva balada rompedora al estilo que nos tiene acostumbrados el sevillano de 27 años.
El Wizink Center canta en honor a los que ya no están
“Vivan las letras, la música y los sentimientos. Si tenemos algún punto en común es que todos sentimos por igual”. Cuanta verdad hay en esta frase que, entre canción y canción, pronunció abiertamente el artista.
Los sentimientos son un lenguaje que todos entendemos, independientemente de nuestras diferencias. La alegría, la tristeza, el amor, el miedo, la esperanza... todos los experimentamos. Y en el concierto de Beret, esta universalidad de emociones se hizo más evidente que nunca.
Especialmente, cuando el artista se sentó al piano para interpretar Tata, una pieza dedicada a un ser querido fallecido.
La atmósfera del concierto cambió notablemente con las primeras notas del tema. La audiencia, antes animada, se sumió en un silencio atento y emotivo. Beret, acompañado solo por su piano, entregó una expresión personal de duelo para todos aquellos que han experimentado una pérdida similar.
Durante la canción, se podía observar la reacción emotiva del público. Rostros conmovidos y algunos espectadores discretamente enjugando lágrimas eran evidentes en la multitud. Tata se convirtió en un momento de conexión colectiva, donde el público no solo escuchaba, sino que compartía el sentimiento de pérdida y recuerdo.
Al finalizar la pieza, los aplausos fueron inmediatos y prolongados, no solo en reconocimiento a la habilidad musical de Beret, sino también como un gesto de empatía y aprecio por su sinceridad al compartir una experiencia tan personal.
Este momento fue uno de los puntos culminantes del concierto, ya que demostró el poder de la música para unir a las personas en torno a experiencias y emociones comunes. Beret, a través de su arte, logró crear un espacio donde el público no solo pudo disfrutar de su música, sino también encontrar reflejo y consuelo en sus letras.