"Voy a decir una cosa que no he dicho nunca, el público de Madrid es mi favorito”, afirmó Maikel a mitad de concierto, después de que casi 1.000 fans le hiciesen sentir como en casa.

Horas antes, a las siete de la tarde de una noche fría de jueves 29 de febrero, con 10 grados de temperatura ambiente, casi 1.000 personas rodeaban la Sala Paqui, al lado del icónico Teatro Barceló de Madrid, situado en pleno centro de la capital española.

El final de la cola para entrar a ver al cantante canario se situaba a una manzana del local de conciertos. Se notaban las ganas en el ambiente por ver al cantante tinerfeño en su primer show de la gira Códigos. Desde antes de la pandemia de COVID-19 no actuaba en una sala madrileña, cuando presentó su EP Calle y Fe en la Sala La Riviera cuatro años atrás. Ahora, ha colgado el cartel de “no hay más entradas” para presenciar en directo su nuevo álbum Códigos, en el que el de San Isidro ha vuelto a sus orígenes con un sonido R&B contemporáneo. 

El ambiente era heterogéneo, desde chicas “pijas” hasta chicos jóvenes con camisetas del cantante 2Pac y pantalones anchos. También había padres con sus hijas pequeñas subidas a los hombros o niñas de 8 años bailando las canciones de Maikel Delacalle. Si de algo puede estar orgulloso Maikel es de haber creado una subcultura singular que unifica las identidades de diversas tribus urbanas con una estética única. Su música incorpora elementos del rhythm and blues contemporáneo, hip hop, dancehall y reggaeton, que enamoran a varias generaciones, y ha creado una comunidad unida que desafía las etiquetas.

Pronto ese frío vivido en la cola, se transformaría en hora y media de calor intenso de fans arropando al cantante tinerfeño, haciéndole sentir el clima y el apoyo que viviría en su isla tropical. Poco más tarde de las nueve de la noche comenzaría un show inolvidable. Los fans coreaban el nombre de Maikel mientras se proyectaba en la pantalla del escenario un resumen con los momentos más emotivos de sus conciertos, destacando las imágenes de las fans llorando emocionadas mientras cantaban sus canciones. Melodías producidas por el teclista, el guitarrista y el batería de la banda de Delacalle situada en el escenario acompañaban la instrumental del vídeo; hasta que se escuchó de fondo: “¿Madrid tiene los códigos o no?”. La Sala Paqui se cayó y Maikel apareció cantando la canción que da nombre al álbum. Con su característico pelo teñido de rubio, un pañuelo beige en la frente, una chaqueta negra agujereada que dejaba su torso descubierto y sus icónicas gafas negras, el rapero representaba su estilo dentro de la cultura suburbana que ha creado.

En I like it apareció por sorpresa en escena Eva Ruiz. La cantante de soul de Lanzarote, que se dio a conocer por su participación en el programa La voz kids, impresionó al público con sus coros y su timbre de voz. En Como antes, “una de mis canciones preferidas”, We$t Dubai acompañó a un Maikel que firmaba pancartas a los fans del público y se colgaba al cuello una bufanda de Canarias.

Entonces, llegó el momento más esperado de la noche, cuando sonó Or Nah, la versión en español que el rapero subió a YouTube en 2016 y que lo lanzó al estrellato de la música. Y todo el cariño del público fue devuelto con creces por el artista. Maikel se acercó a los fans y comenzó a lanzarles besos y a ofrecerles el micrófono para cantar con él. 

“Yo siempre he sido un chaval que cantaba en el coche y grabé esta canción con un móvil”. “Si yo en mi peor momento pude hacer esto y llegar adonde estoy, cualquiera de ustedes también”, afirmaba mirando al público emocionado, mientras se escuchaba No quiero llorar.

Con Room 302, la Sala Paqui comenzó a temblar. Delacalle subió al escenario a una niña y cantaron juntos la canción intercambiando el micrófono y varios bailes. “¿Quién te regaló esas gafas tan bonitas que llevas puestas?”, dijo Maikel. “El mejor cantante del mundo”, respondió la niña con una sonrisa de oreja a oreja. “Un ruido fuerte para la princesa”, finalizó Delacalle; y la sala elevó los decibelios al máximo.

Su abuela recientemente fallecida estuvo muy presente en el recuerdo del canario durante todo el concierto. “Con Dios delante, saqué a mi familia adelante”, repetía mientras se santiguaba constantemente y miraba al cielo de Madrid. “Vámonos camino pa’ Neptuno”, coreaba mientras se quitaba las gafas y se secaba las lágrimas. “Mi abuela me enseñó los valores con códigos”. La emoción del momento se transmitía al público: chicas llorando en la primera fila y parejas bailando agarradas de los hombros mientras ondeaban banderas de Canarias. “Que Dios bendiga a todas las familias, como a mi abuela y mi mamá. Las mujeres son lo mejor del mundo”, finalizó.

Con QTPASO, el cantante canario demostró todo su talento para la improvisación y le dedicó un ruido fuerte a toda su gente de Añaza localizada en los balcones. “Chacho te acuerdas ese pibe de canarias”, "los que son como yo", cantaba mientras sonaba MP6 y señalaba a sus familiares y amigos situados en la zona VIP.

Finalmente, y para desilusión de los presentes en la sala, llegó la recta final del show. Pero antes, Maikel quiso tener un último detalle con sus fans y les preguntó cuál era la última canción que querían vivir, mientras se hacía una foto con sus seguidores y espetando un “yo soy más «real» que ese «BeReal»”. Condiciones fue la elección de un público entregado desde el minuto uno del concierto.

Cuando todo parecía finalizado y la gente se preguntaba por qué no cantaba su canción más icónica, apareció fugazmente el rapero para cantar Mi Nena Remix y terminar el concierto. Pero antes, quiso agradecer que el público presenciase un show diferente, tras muchos meses de ensayos; le dedicó un corazón y una reverencia a toda la sala y, un “saca buenas notas” a su mayor fan, la niña que salió al escenario a cantar Room 302.

Sin duda, Maikel Delacalle y el R&B han vuelto a pisar fuerte la escena urbana madrileña.