El Cosquín Rock, uno de los festivales más importantes de Argentina, llegó por primera vez a España, y lo hizo por la puerta grande en Valladolid. La expectación era máxima, y el festival no decepcionó. El sábado 28 de septiembre, miles de personas se congregaron en la antigua hípica militar para disfrutar de una jornada de música en directo que dejó claro que este evento tiene potencial para quedarse. La mezcla de bandas internacionales y nacionales, el ambiente relajado y la variedad de propuestas musicales hicieron que la experiencia fuera única para quienes estuvimos allí.
El recinto contaba con dos escenarios principales: el Escenario Cosquín y el Escenario Vibra Mahou, además de un espacio más pequeño patrocinado por Four Roses, donde grupos emergentes se lucieron con actuaciones más íntimas. La organización fue bastante acertada, con un recinto amplio que permitía moverte sin agobios entre las diferentes zonas, aunque hubo algunos problemas técnicos con el sonido en momentos puntuales. El ambiente, a pesar de la temperatura fresca típica de septiembre, se mantuvo animado y con buen rollo durante todo el día.
Llegamos justo a tiempo para el concierto de Veintiuno, banda que viene pisando fuerte en la escena nacional y que no decepcionó. El escenario principal, Ciudad de Valladolid, ya estaba bien lleno, y el ambiente se sentía bastante enérgico. Tocaron todos sus temas clave: "Dopamina", "La Ruina" y el reciente "Acantilado". El setlist, lanzado de forma original en forma de aviones de papel, fue uno de esos detalles que hacen que sigas a una banda. Nada de inventos, su show fue directo y potente.
Después de Veintiuno, el cartel traía una sorpresa internacional: Nafta, desde Argentina. No les conocía demasiado, pero fue un acierto total. Mezclaron géneros con una soltura impresionante, y "Andate" fue sin duda el tema que más resonó entre la gente. Aquí fue cuando me di cuenta de lo que significa el Cosquín Rock: descubrir a esos artistas de Argentina que difícilmente verías en directo en otra ocasión.
De vuelta al escenario principal, ya se estaba montando el show de Gipsy Kings. Con su estilo de rumba inconfundible, fueron el único grupo capaz de hacer bailar a un público tan variado, desde los más jóvenes hasta los que llevan ya varios festivales encima. Esos ritmos pegadizos como “Bamboléo” no fallan, y todo el mundo parecía disfrutar del momento.
Entre concierto y concierto, nos dimos una vuelta para ver qué tal andaban los otros escenarios. El escenario Four Roses recogía a 10 artistas durante todo el festival que a pesar de ser menos conocidos, no decepcionaban lo más mínimo. Estuvimos durante los conciertos de Sienna y Barry B hasta que empezase Hombres G y sin duda fueron de los conciertos que más nos gustaron, tuvieron una presencia en el escenario que conectabas con ellos a pesar de no saberte la letra de las canciones.
Tras los Gipsy Kings, los Hombres G tomaron el relevo, y no había nadie en el recinto que no coreara “Marta tiene un marcapasos”, "El ataque de las chicas cocodrilo", "Venecia" o el mítico tema con el que cierran cada show "Devuélveme a mi chica". Siguen siendo una apuesta segura para festivales como este, y su gira de 40 años demostró que, aunque haya pasado tiempo, su música sigue viva.
El plato fuerte de la noche para muchos fue Arde Bogotá, con un directo que dejó a todos pidiendo más. Su rock fresco y potente encajó perfecto, aunque me quedé con ganas de escuchar su último lanzamiento, “La Torre Picasso”. Aun así, “La Salvación” fue todo un himno.
Los siguientes de la lista eran Crystal Fighters, la intención era quedarnos a disfrutar de su set, ya que eran una de las apuestas internacionales de esta edición. Sin embargo, entre paseo y paseo, acabamos en el Four Roses, donde Anita B Queen nos atrapó con su set de techno, ese techno que ya te empieza a saber de otra manera a medida que va pasando la noche, y más aún previo a Steve Aoki.
Después de un rato, decidimos que era el momento de dirigirnos al escenario principal para ver a Steve Aoki. Con un retraso de 30 minutos, el DJ finalmente apareció y comenzó su espectáculo. Sin duda el DJ sabe que poner en cada país para que el público alucine, y no fue menos. Temas como “La Gasolina” y “Donde están esas Gatas”, llenó la pista de euforia. Y para el dulce final, acabó el show como todos, lanzando numerosas tartas al público.
En definitiva, esta primera edición de Cosquín Rock en Valladolid ha sido un gran acierto. La ciudad ha demostrado que tiene lo necesario para albergar un festival de renombre y ha dejado a todos los asistentes con ganas de repetir. La expectación, comparable a la de su homónimo argentino, se respiraba en el aire y ha resultado ser más que merecida. El próximo año, no hay duda de que volveré a disfrutar de esta fiesta musical que combina lo mejor de la música con la calidez de su gente.
¡Hasta la próxima, Valladolid!