Orgullo. Orgullo es la palabra que me acompañó durante todo el concierto mientras veía a Arde Bogotá conquistar el emblemático WiZink Center. Me vinieron flashes de hace apenas unos meses, en mayo de 2023, cuando les entrevistamos durante la presentación de Cowboys de la A3. Aquella tarde, en un ambiente más íntimo, ya se sentía el hambre y las ganas de estos chicos de comerse el mundo, pero no imaginaba que en tan poco tiempo llegarían a llenar uno de los recintos más importantes de España. Desde entonces, han pasado de ser una banda emergente a encabezar festivales y agotar entradas allá donde van. Verles ahí arriba, delante de 15.000 personas entregadas, fue una mezcla de orgullo y emoción difícil de describir.

El ambiente ya estaba cargado de energía mucho antes de que arrancara. A las nueve en punto, todo se vino arriba con las primeras notas de Veneno. La banda apareció con una puesta en escena brutal, luces a todo trapo y unas pantallas gigantes que te metían de lleno en el espectáculo. Antonio, fiel a su estilo, salió agradeciendo a un público que ya lo tenía en el bolsillo.

El arranque fue de traca. Encadenaron Abajo, Quiero casarme contigo, Nuestros pecados y Qué vida tan dura sin darnos ni un respiro. Desde el minuto uno dejaron claro que no habían venido a guardarse nada. Se notaba que estaban emocionados, y aunque al principio parecían un pelín nerviosos, rápidamente cogieron ritmo. El público, por su parte, estaba entregadísimo. Gritos, saltos, móviles en el aire… no había ni un alma que no estuviera metida en el concierto.

Uno de los momentos más emotivos llegó con El beso y Tijeras, canciones que no dejan de crecer en cada directo. El público se entregó tanto durante El beso que, literalmente, se podía ver a las parejas besándose y celebrando el momento. Las pantallas, como no podía ser de otra forma, acompañaron perfectamente la escena, proyectando esos besos y creando una atmósfera aún más mágica.

Con Clávame tus palabras, el ambiente ya estaba completamente desatado, y lo que vino después fue un momentazo. Cuando comenzó Exoplaneta, el WiZink se iluminó con los carteles que sacaron desde el escenario, y los flashes del público llenaron el recinto. Fue uno de esos instantes mágicos que te hacen pensar: “esto solo pasa en conciertos como este”. El público, completamente unido, seguía el ritmo de la canción con una energía imparable.

La sorpresa de la noche llegó con Te van a hacer cambiar y La Torre Picasso, donde la banda demostró que no solo saben cómo encender a la gente con sus éxitos, sino también cómo hacer que cada canción nueva sea un himno. Y cuando los primeros acordes de Cowboys de la A3 sonaron, el WiZink se volvió loco. El público se sabía la letra de principio a fin, y la banda se entregó como si fuera la primera vez que tocaban esa canción.

Fue entonces cuando llegó el momento más épico de la noche: Escorpio y Sagitario y Virtud y castigo nos dejaron sin aliento, pero lo mejor estaba por llegar. En ese punto, la banda sacó una orquesta para acompañarles hasta casi el final del concierto. Aportaban que la puesta en escena fuese épica y distinta pero si es verdad que con los gritos de todo el público fue un elemento que no destacó.

El tramo final fue una auténtica fiesta. Antiaéreo y Los Perros desataron una oleada de euforia, con todo el público saltando y cantando al unísono. Fue imposible no emocionarse al ver a Antonio bajar al foso durante Cariño, rompiendo esa barrera entre el escenario y la gente. Fue como un guiño a sus raíces, un recordatorio de que, aunque ahora llenen grandes recintos, nunca han perdido esa conexión cercana con su público.

Cuando terminó el concierto, el WiZink se quedó con esa energía flotando en el aire, la sensación de haber sido testigos de algo especial. Arde Bogotá no solo demostró que pueden llenar grandes recintos; demostraron que tienen todo para seguir creciendo. Ayer fue un punto de inflexión, y da la impresión de que este es solo el principio de algo todavía más grande.