Por Ester Lozano
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17 de octubre de 2024
El pasado 4 y 5 de octubre, Time Warp aterrizó por primera vez en España, y lo hizo en IFEMA Madrid, donde transformó dos pabellones en un auténtico santuario del techno. Este festival, que lleva 30 años marcando la pauta de la música electrónica, dejó claro por qué es una referencia mundial. Con más de 28.000 personas vibrando al ritmo de algunos de los DJs más importantes del género, fue una celebración de beats potentes y un despliegue visual de primera. Desde el momento en que cruzabas las puertas del recinto, sabías que no ibas a vivir un festival cualquiera. El ambiente se sentía cargado de expectación y ganas de vivir algo diferente. El viernes empezó con un B2B de Karretero y Kesia en el pabellón 12 que fue preparando el terreno poco a poco. Pero la verdadera fiesta arrancó cuando The Martinez Brothers tomaron los mandos. Su combinación de house y techno hizo que el público, que ya llevaba horas calentando motores, no pudiera dejar de moverse. Fue uno de esos sets donde la conexión entre artista y público es directa, sin florituras. Al otro lado, el pabellón 14 ofrecía una experiencia distinta, mucho más cruda. Aquí, los BPM no bajaron en ningún momento, con nombres como Fatima Hajji y Sara Landry que llevaron el sonido a límites más duros y frenéticos. Si lo tuyo es el techno sin tregua, este era tu lugar. El sábado fue otro cantar. Desde bien entrada la noche, el pabellón 12 se llenó de energía con la sesión de Vintage Culture, pero el gran momento de la noche llegó con Sven Väth. Con su experiencia y su capacidad para controlar los tempos, demostró por qué sigue siendo una leyenda del techno. Su set fue un viaje en el que cada drop estaba calculado al milímetro para mantener al público enganchado. Y si el sábado fue épico, gran parte del mérito lo tuvo el cierre de Adriatique, que con su toque melódico puso la guinda al pastel. Por su parte, el pabellón 14 fue nuevamente territorio de beats duros. Si el viernes estuvo cargado de intensidad, el sábado fue aún más allá con actuaciones como la de Richie Hawtin. Minimalista, oscuro y envolvente, Hawtin se adueñó del espacio de una manera que pocos pueden lograr. El cierre de Klangkuenstler fue una bomba, manteniendo la tensión hasta el último segundo y dejando claro que Time Warp no vino a Madrid para pasar desapercibido. Pero Time Warp no solo es música, es también una experiencia visual. Los escenarios eran una locura de luces, láseres y pantallas sincronizadas con cada beat, creando una atmósfera inmersiva que no dejaba espacio para distracciones. En cada pabellón, las visuales acompañaban perfectamente el estilo de los artistas, y si cerrabas los ojos, el sonido te llevaba de viaje; si los abrías, te encontrabas rodeado de una escenografía futurista que elevaba todo a otro nivel. En resumen, Time Warp Spain ha dejado huella en su primera edición, y si bien cada persona puede haber tenido su momento favorito, el conjunto del evento fue un éxito rotundo. Madrid ya ha sido testigo de lo que esta marca global puede ofrecer, y las expectativas para futuras ediciones no podrían estar más altas.